Alfaro subrayó las enormes dificultades que atravesó Gonchi para abrirse camino en el automovilismo internacional: “No hay que olvidar que no tuvo nada fácil, no era todo sonrisas. Llegó a dormir en el piso y comer salteado. Su padre vendió todo para apoyarlo. Hubo mucho sacrificio tanto suyo como familiar”, relató.

El dolor de aquella jornada en 1999 sigue muy presente para quienes compartieron su pasión y sus sueños: “Cada 11 de septiembre es imposible no revivir aquellos momentos de tanto dolor, especialmente para los que convivimos con aquel chico tan apasionado y con un millón de dificultades”, señaló.

Alfaro también recordó una anécdota de las pruebas que Gonchi realizó en Estados Unidos: “No me olvido más, tiempos rapidísimos y bajando caliente porque no estaba cómodo en el asiento. Estaba convencido de que podía bajar más aún las vueltas”.

Finalmente, evocó uno de los momentos más duros de su vida: “Darle la noticia a la familia fue un sufrimiento horrible. Ojalá nunca hubiese tenido esa posibilidad. Desde el equipo me dijeron: ‘Gonchi ahora está con Dios’. Esa frase no me la voy a sacar más de la cabeza”.