Columna de Marcelo Mercado (@MercadoM75) desde Argentina:
El piloto de la "Cuna de Campeones" es tricampeón del TC, algo excepcional por estos tiempos teniendo en cuenta su juventud y por lo difícil que es la popular categoría de Argentina con un reglamento abierto y que muchas veces se va corrigiendo sobre la marcha.
El "Titán" de Arrecifes pareciera estar tocado con esa varita mágica que tienen los grandes deportistas. En San Nicolás, luego del encontronazo con "Manu" Urcera en la serie, parecía que sus cartas estabas echadas y que la posibilidad de ser nuevamente monarca del TC se terminaban. Sin embargo, cayó desde el cielo agua bendita, y como si fuera un milagro, Agustín, que largaba desde el fondo, resurgió de las cenizas logrando una nueva hazaña, merced a la inteligencia del gran estratega Alberto Canapino que con varias definiciones sobre el lomo vaya si sabe cómo salir de situaciones adversas.
Pero este nuevo título, el 13° en su campaña profesional en 12 años de actividad, no fue un regalo del cielo. Este campeonato lo ganó con astucia e inteligencia, esa que siempre tuvo su padre en la gran cosecha de títulos que acuña como preparador con grandes pilotos.
Pero la gran virtud de Canapino padre es tener al mejor piloto que puede tener un director deportivo. Tener a su hijo es fundamental como también lo es también para Agustín, con su padre en sus espaldas, lo que conforma una dupla tremenda, un equipo incansable, una estructura que no se cae fácilmente y que trabajó durante toda la temporada para lograr el objetivo de retener la corona del TC.
Pudo haber ganado los tres títulos más importantes de la Argentina, en algún momento punteó los tres torneos, pudo haber perdido los tres, pero sin embargo nunca bajó los brazos y se llevó la corona más buscada.
Canapino tiene hambre de victoria y ese espíritu combativo, ese espíritu santo por ganar lo llevaron a una nueva consagración. Ni siquiera lo distrajo la gran posibilidad de correr en las "24 hs. de Daytona" y la prueba que hará esta semana en EEUU.
De carácter infranqueable, talento excepcional, un equipo notable y con esa pequeña dosis de fortuna que se necesita para ganar, el titán, como alguna vez lo bautice, vuelve a estar en lo más alto del automovilismo nacional.
¿Hay algo más por ganar en nuestro país'? o ¿habrá llegado el momento de forjar su carrera deportiva en el exterior?, el tiempo tendrá la respuesta.
Lo real y lo concreto que por estos el automovilismo argentino tiene una figura que de a poco y con resultados se va agigantando en el mundo fierrero y se va acercando de a poco al gran maestro Juan María Traverso.
Traverso tenía pasión, fuego sagrado, y esa firme convicción de ganar, algo en que Agustín se le parece bastante.
¡¡¡Felicidades campeón!!!