Columna de Marcelo Mercado desde Argentina:
Juan María de los milagros forjó su extraordinaria leyenda un 3 de abril de 1988, pasaron ya 30 años de aquella hazaña, la que hoy todavía se recuerda y se convirtió en una carrera que nadie podrá olvidar.
En el autódromo "Parque de General Roca y en el viejo trazado con sentido horario, Traverso con la Fuego dominó al fuego.
"Se me rompió una manguera y comencé a perder aceite, fundamentalmente sobre los escapes. Llegué a derramar prácticamente todo el lubricante en las últimas tres vueltas, lo que hizo levantar la temperatura del motor hasta ponerlo al rojo vivo. Recién percibí el fuego muy cerca de la llegada y no podía parar. Otro problema era el humo que se metía en el habitáculo, no me dejaba ver ni respirar, pero faltaba tan poco que no podía desperdiciar la posibilidad de ganar esa carrera", palabras del maestro Juan María sobre aquella epopeya del 88.
La historia dirá que fue una obra del destino. Lo concreto fue que el de Ramallo, piloto oficial del Rombo por entonces, estaba empecinado en ganarle al gran Silvio Oltra, que era el Campeón reinante y además había arrancado ganando en esa temporada en Mar del Plata.
Ver aquella coupé Fuego en llamas envuelta en humo cruzar la meta en punta produjo una admiración y encanto hacia el gran piloto argentino, inclusive sus más acérrimos rivales.
La crónica de la carrera dirá que Oltra hacía la punta con casi un segundo de ventaja sobre el Flaco, que había largado cuarto. Con el Campeón defendiéndose y Traverso atacando pasan 45 de las 49 vueltas de carrera.
Oltra duda un instante cuando alcanza al rezagado Carlitos Crocco y el Flaco los pasa a los dos.
Quedaban cuatro vueltas y se venía lo mejor. En el mismo momento que pasa a la punta la Fuego blanca con el 2 en los laterales se le rompe la manguera.
Ahí comienza un ritmo más lento con el humo que le impide a Silvio ver hacia adelante.
La incertidumbre era televisada, las radios preparaban el momento donde pararía Traverso, sin embargo, la Fuego humeante seguía en punta.
Oltra prepara el ataque final porque huele sangre. Quedaban 600 metros y con la cabina llena de humo el Flaco hace ancha la última curva, el aceite hirviendo enciende el fuego, los relatores gritan, el público delira y el "Maestro" consuma su obra más gloriosa.
"Fue un momento clave. Me dije 'puedo ganar o se puede quemar. Si se quema me bajo', me desaté los cinturones, destrabé la puerta, miré donde estaban los bomberos como para estacionar allí si se ponía fea la cosa", decía el flaco una vez terminada la carrera.
La Fuego prendida fuego dobla en el último curvón, Oltra ensaya su última oportunidad de sobrepaso pero no lo consigue y el gran JMT gana la carrera.
Unos 150 metros después de la llegada Traverso detiene su auto abre la puerta sale disparado se mira el cuerpo para comprobar que no tenía lesiones, mira el auto y ensaya su clásica puteada.
Levanta las manos como tomando conciencia de su espectacular logro. Lo llevan en andas al podio mientras la coupé seguía humenado.
"Fue un final espectacular, que la gente vivió con mucha emoción. Ahora si la carrera duraba una vuelta más creo que no llegaba", comentó el hombre que acababa de fabricar la victoria más heroica de la historia del automovilismo, aunque para él había sido una más.
Con el tiempo y en una de las tantas notas y ricas charlas que hemos tenido en su casona de Villa Ramallo, Juan María Traverso reflexionó: "La Renault Fuego con la que gané en General Roca aquella carrera histórica para muchos debe ser un pedazo de fierro, para mi es mi amiga. Aquel día cuando aguantó hasta el final prendido fuego me demostró que los autos también tienen sentimientos. Es por eso que es uno de mis tesoros más preciados y es una de mis joyas del museo".